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30 Aniversario del Dojo Tenshin de Madrid

Nos remiten lo ocurrido durante la emotiva celebración del trigésimo aniversario del Dojo Tenshin  el pasado mes de mayo.

 

30 ANIVERSARIO DEL DOJO TENSHIN DE MADRID, (1988-2018)  (MAYO 2018)
Johnny A. Sánchez
¿Qué podrían tener en común personas de Berlín, Zaragoza, Valencia, Valladolid, Barcelona y Madrid un 19-20 de Mayo en Madrid, a cinco minutos del metro Estrecho, con mochilas de diversos tamaños y colores, de edades distintas y trabajos diferentes?
La respuesta se remontaría 30 años atrás a los orígenes de lo que se convertiría en el Dojo Teshin. Dónde el Aikido y Katsugen se daban cita para aquellas personas dispuestas a descubrir algo tan sencillo y profundo, que un ojo desentrenado sería incapaz de percibir al principio.
Allí, tomaría poco a poco forma, un espacio de práctica dónde han pasado cientos de personas durante las 3 decenas que a mantenido sus puertas abiertas.
30 años cumplía el Dojo Teshin. De la mano de Rafa y Hélène, cómo los habituales les conocen, ha visto pasar muchas caras, historias, desafíos, cambios y transformaciones. Un número redondo, dos palabras, que jamás podrían resumir las muchísimas vivencias que han tenido lugar en el Dojo.
Así que más de 30 personas de distintas ciudades se daban cita para celebrar el aniversario tan especial y significado del Dojo Teshin, cómo representantes de un colectivo mucho más grande que dibujaron la historia de dicho lugar.
Abrazos, sonrisas, risas, son el ritual habitual en tales encuentros. Voces que se entrelazan y disuelven en el magestuoso silencio testigo de todo aquello que sólo la presencia puede transmitir.
Un fin de semana llego de "ki", comenzando con práctica de Aikido, seguida de práctica de Katsugen o movimiento regenerador. Experimentados y principiantes se juntaban en una práctica dónde siempre se ofrece la oportunidad de aprender los unos de los otros y acompañarse mutuamente en tal aprendizaje. Miradas analíticas, de sorpresa, curiosas, a veces perdidas, a veces llenas de confianza, se alternaban en un encuentro tan memorable.
Lo que se trae o se lleva de un encuentro de tal envergadura es muy personal, pero nadie se va igual que vino. Porque hay cosas que sólo el eco del tiempo logra hacer visibles de experiencias vividas.
La sensación e imagen que me queda de este encuentro se aproxima a la de esas familias modernas que suelen denominar "familias reconstituidas", dónde por circunstancias de la vida y elecciones personales, te encuentras formando parte de un colectivo con personas muy distintas pero que sientes el invisible vínculo de la cercanía.
A todos y cada uno de ellos, les digo "gracias". Gracias por compartir momentos que aún enmarcados en el tiempo, son esencialmente eternos. Y un especial agradecimiento y reconocimiento a Rafa y Hélène por una tan hermosa y inconmensurable labor y entrega durante todos estos años.
Porque aunque el océano sea infinito, tener algunos faros de luz lo hacen más fácilmente navegable.